Vaaale pondre mas
pero esqe me gustaria que la leyera mas gente u.u podrias darle algo de publicidad? esqe me alegro y te agradezco muchiiiiiisimo que la leas pero tampoco la voy a poner solo para una o dos personas
pero tranquila mientras tu la sigas leyendo seguire poniendola^^
CAPITULO 19
Cuando me vio por las cristaleras que separaban su sala del pasillo, agitó su mano con entusiasmo gritando mi nombre. Entré, abriendo la puerta de un golpe seco, y la abracé con todas las ganas que pude, olvidándome de todo. Estaba con mi hermana y era lo importante. Al separarme de ella, noté que había adelgazado mucho más. Su piel estaba pálida como la nieve, y sus ojos estaban secos, tristes y cansados.
-¿Cómo estás, Laura?
-Bien. –Susurró- Pero aún no te he perdonado.
Miré hacia abajo. -¿Y que puedo hacer para que me perdones? –Inquirí sonriendo, tratándolo como un juego de niños, quitándole importancia.
-Tienes que decirle a Joe que sea mi novio. –Rió.
Le hice cosquillas.
-Es que Joe quiere ser como tu hermano mayor. El sería el mejor hermano mayor del mundo. ¿Te imaginas siendo una Jonas Sister?
Al fin, pude ver una pequeña chispa en sus ojos.
-Sí… si, a mi me gustaría. –Se echó en la camilla de nuevo, y toqué su frente, que ardía tanto como en mi sueño. Como si se repitiera; igual.
Me percaté de que mi madre nos observaba tras los ventanales. Avanzó hacia nosotras con inseguridad.
-Hola. –Dijo.
-Hola. –Respondí, titubeando. -¿Está mejor?
Mi madre me indicó con la cabeza que saliera fuera. La seguí hasta el pasillo, donde nos sentamos, incómodas, en unas sillas.
-Clara…
-¿Sí? –Asentí.
-Han dicho que lo mejor para ella es un transplante de médula. –Una lágrima resbaló por su mejilla. –Hoy está un poco mejor, pero porque no la viste ayer…
Abrí la boca y los ojos de par en par. De modo que… un transplante de médula… Quise llorar, pero intenté evitarlo. Abracé a mi madre, dejando a un lado nuestros enfados.
-Pero… -dudé- ¿Cómo? ¿Dónde? ¿Aquí? Mamá si hace falta lo dejaré todo… -tragué saliva, pensando en Joe- Todo. Dejaré Estados Unidos, la beca… hasta que Laura esté bien del todo.
-También quería hablarte de eso. Nos acaban de decir que la operación no se hace aquí.
-¿Adónde tenemos que ir? Porque iremos, ¿no?
-Pues… dicen que la clínica más segura de todas está en Nueva York… Así no tendrías que dejar tus estudios.
El corazón me comenzó a latir a mil por hora. Me estaba diciendo que… ¿no tendría que dejar nada?
-Sé lo que estás pensando. El tema de Joseph está zanjado; tú y yo tenemos que hablar, pero yo no voy a obligarte a nada. Pero Clara, ¿sabes lo carísimo que sería la operación? No somos ricos. El viaje, alquilar una casa, todo. –Continuó mi madre, mirando al techo. La rabia me agitó por dentro.
-¿Y prefieres que a Laura le pase algo grave? ¿Eso te da igual? –Exclamé, más alto de lo debido.
-Claro que no… -suspiró- Pero ¿qué hacemos? Tendría que dejar todo; el trabajo… y no tendríamos tampoco con qué pagar.
De pronto, una idea surgió en mi mente, como un rayo fugaz. Cogí el teléfono y marqué el número de Joe.
“Que lo coja, que lo coja…” Pensé.
Cuando descolgó, el corazón me dio un vuelco. Le conté todo lo que había ocurrido, y en el apuro que nos encontrábamos.
-Joe, puedes decir que no y no pasa nada, claro, pero prometemos devolverte lo que haga falta, de verdad. No quiero meterte en un apuro ni nada… solo que… mi hermana está fatal… por favor, Joe. Te lo agradeceré más que a nada en el mundo.
-Tu hermana… la del dibujo…
-Sí, Joe.
-No os dejaré que devolváis nada. Lo financiaremos nosotros… porque acabo de tener una idea perfecta… -Dijo, intrigante.
-¿De verdad? –Pregunté, exhausta. -¿Qué idea es esa?
-Tú… ¿me dijiste que cantabas, no?
-Te dije que solo cuando estaba sola…
-Ahora te llamo.
Y me dejó con la palabra en la boca, pues escuché “pi, pi, pi…” antes de poder contestar.
Estaba de los nervios. ¿Nos salvaría de verdad esa idea?
Comencé a dar vueltas en el pasillo observando de lejos a mi madre, que pataleaba en el suelo con el pie. Fueron tan solo unos escasos minutos, pero se hicieron eternos. Cuando volvió a sonar “Hello Beautiful”, lo cogí al escuchar los primeros acordes, visualizando su nombre y su foto en la pantalla. ¡Quién supiera…!
-¿Sí?
-He hablado con toda nuestra gente. Mira… he tenido una idea genial, y lo mejor es que les ha parecido bien a todos. Pero tú nos tendrás que ayudar.
-¡Por favor, dímela ya! ¡Yo ayudaré en todo lo necesario, lo prometo! –Exclamé, impaciente, mordiéndome las uñas.
-Podemos hacer un concierto benéfico, y con lo que recaudemos podemos ayudar a los niños que sufren la leucemia… ¡y pagar la operación de tu hermana!
En ese instante, no pude evitar llorar. No sé si de tristeza o de emoción, solo se que las lágrimas salieron de mis ojos a borbotones.
-Y además… tú… ¡cantarás conmigo!
-¿Qué? ¡Joe, cómo voy a cantar contigo! –Dije, con una media sonrisa.
-Lo que oyes. Os compramos los billetes, comenzamos en nada a organizarlo todo, ¿vale?
-¿Es tan fácil como parece? ¿Organizar un concierto es así, sin más?
-No. Pero por ti… lo que sea.
Sonreí mientras lloraba. Qué mezcla más extraña de sentimientos.
-Gracias Joe, te quiero.
-Y yo.
Cuando colgó, quedé mirado el móvil, y pensando en mi hermana, cuando vea lo que ha organizado el chico de sus sueños por ella.
Corrí hacia mi madre y le conté el plan. Después, a mi hermana, que lloró también.
Nos abrazamos por primera vez en mucho tiempo, emocionadas, transmitiéndonos los miedos y los ilusiones de una a otra por medio del contacto físico. ¡Hacía tanto que ninguna de nosotras recibíamos un abrazo así…!
-Pronto todo irá bien. –Dije agarrando fuerte las manos de mi hermana, que me sonrió.
-Y yo podré ser una niña normal. –Respondió.
-Tú no es que no seas una niña normal… -Comenzó mi madre.
-Tú eres una niña especial. –Continué. -¿A quién le organizan los Jonas Brothers un concierto, eh?
Mi hermana me volvió a abrazar. Me dio la sensación de que ya me había perdonado.